Me he alejado de mí. He elegido caminos que me llevan lejos de mi "yo". Me veo lejos, muy lejos. Caminé hacia donde no sabía y lo hice sin mirar atrás. La música enmarcó el momento y una sonrisa era el único paisaje que se podía sentir entonces.
A pesar del sobre-equipaje entre orejas, ya estoy--eso creo--del otro lado del salto cuántico. Fue un dolor dulce que se ha convertido en un alivio perdurable.
Es curioso cómo cuando te alejas de ti, te acercas a ti. ¿Ya lo pensaron? El simple hecho de retirarte de tu ser, te coloca única y ineludiblemente, de nuevo contigo; solo, pero contigo.
Ese punto en el no-espacio llamado "yo", y todas sus posibles acepciones y relaciones, son la cuestión.
En esas me encuentro, descubriendo que esto es un círculo, un ciclo. ¿Qué raro no? Una vez más, resalta nuestra estrecha relación con la naturaleza, a pesar de que la ignoremos y la menospreciemos tanto, dentro de una urbe como ésta. Ojalá nunca olvidemos que de ella venimos y hacia ella vamos.
En esta etapa, me pregunto: ¿Será posible que uno pueda alejarse tanto de uno mismo que deje de sentir todo? ¿Será posible omitir los sentidos y los pensamientos y los ruidos y el pasado y el futuro? ¿Será posible pausar a placer esa máquina automática de interpretación sensorial que nos regaló el creador?
No lo sé. Pero qué divertido será buscar respuestas y compartir. =)
Bienvenid@s.
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